“O nos unimos o nos invadirán uno a uno”
¿Deberían revisarse los acuerdos sobre bases estadounidenses en Europa? Y, sobre todo, si las armas nucleares estadounidenses ya no están aquí para protegernos ¿Deberíamos cobrar un alquiler mucho más alto por acogerlas en el corazón de Europa?
Antes, tener en territorio europeo una serie
de bases militares y armas nucleares pertenecientes a la principal potencia
democrática del planeta había significado un plus de seguridad para Estados
Unidos y, sobre todo, para el conjunto del continente europeo, pues tener un
aliado poderoso y fiable proporcionaba una sensación de estabilidad y seguridad
que, a su vez, proporcionó décadas de paz y prosperidad a ambas partes.
Pero ahora, tener bases militares de una
potencia gobernada por un histriónico y caprichoso narcisista nos pone en el
punto de mira de los enemigos que ha conseguido y conseguirá con su complejo de
superioridad y su descarada crueldad, y a la postre, supone un riesgo real de
inestabilidad para todo el continente, que ahora se encuentra atenazado entre
dos potencias imperialistas que, por cierto, ya han empezado a repartirse el
territorio (cadáver) europeo.
Por ello y al asumir un riesgo mucho mayor,
las condiciones requeridas deberían ser revisadas muy al alza, pues además del
evidente peligro que el “Führer Yankee” introduce con su inestabilidad mental y
su agresiva prepotencia, debemos asumir que tarde o temprano generara
conflictos bélicos y convertirá a su ejército estacionado en Europa en diana de
las posibles represarías de terceros países.
Hasta hace muy poco tiempo las relaciones
entre la Unión Europea y Estados Unidos podían considerarse un acuerdo de colaboración
basada en la amistad y el mutuo interés, pero desde que D. Trump llegó a la
Casa Blanca ha quedado claro que las buenas y mutuamente provechosas relaciones
entre Estados Unidos y Europa, son ya cosa del pasado y que de su mandato solo podemos
esperar inestabilidad intimidaciones y humillación.