Texto original de: Javier Martín Arrollo.
En la última década 421 agentes han sido
expulsados de las fuerzas de seguridad por cometer delitos. Las asociaciones
critican la desigualdad de las sanciones.
El Cuerpo Nacional
de Policía y la Guardia Civil tienen manzanas podridas. En la última década, el
instituto armado ha expulsado a 315 agentes, el triple que el otro cuerpo
(106), pese a que sus plantillas son bastante similares (65.287 policías y
77.427 guardias civiles). Entre los delitos cometidos por estos agentes
díscolos hay asesinatos, homicidios y secuestros. Pero también tráfico de
drogas, cohecho y violencia machista “muy grave”, según los datos que han
ofrecido los dos cuerpos al portal de transparencia.
Las razones de la
disparidad entre ambas instituciones están en la dureza de los regímenes
disciplinarios –más estricto el del instituto armado-, además de la soledad que
sufren los guardias en las zonas rurales, que provoca comportamientos impropios
ante la sensación de impunidad por la escasa vigilancia de los mandos
superiores, según denuncian las asociaciones de guardias civiles.
Además, sobre la
policía, José María Benito, del sindicato UFP,
explica: “En la época de Zapatero se crearon 5.000 plazas todos los años y no
hubo los controles necesarios. Se coló gente de todo tipo, muy buena y algún
chorizo. Coincidió con el bum inmobiliario y la gente ganaba más alicatando”.
Ramón Cosió, portavoz del SUP,
incide: “106 expulsados son muchos, sobre todo al comparar con el resto de
funcionarios. Eso sí, un cambio de impresiones acalorado con un jefe puede ser
motivo de sanción”, critica.
EN LOS NOVENTA LOS
CONTROLES SE RELAJARON, AFIRMA UN SINDICALISTA.
LOS REGÍMENES
DISCIPLINARIOS SON DIFERENTES EN AMBAS INSTITUCIONES.
ENTRE LOS DELITOS DE
LOS AGENTES HAY ASESINATOS Y TRAFICO DE DROGAS.
Lo ejemplifica el
siguiente caso de hace una década: A las puertas del centro de promoción de
Carabanchel (Madrid), donde hace una década se celebraban las pruebas de acceso
al Cuerpo Nacional de Policía, se paró un furgón del que salió un tipo esposado
y custodiado por dos guardias civiles. Era uno de los miles de aspirantes a
policía, que cumplía prisión en Granada, y al que un juez había dado permiso
para realizar las pruebas. Acabó el examen y regresó a su celda.
“Hemos
históricamente que el Código Militar no se nos aplique en funciones policiales.
Denuncia Juan Fernández, portavoz de AUGG,
la asociación mayoritaria en el instituto armado. Fernández estima que padecen
“un régimen mucho más severo en un cuerpo tan castrense”.
En la relación de
mandos apartados por la Policía desde 2006 destaca un comisario principal
–máxima categoría en la escala de mandos-, Mauricio Moya, que fue apartado por
acoso sexual a una subordinada en 2006. Un año después, un inspector jefe
abandonó el puesto por un delito de detención ilegal y secuestro. En 2014 y
2015 tres inspectores incurrieron en tráfico de drogas, malversación y estafa.
En su estadística,
la Guardia Civil no da los galones de sus mandos y miembros de la escala básica
apartados del servicio, y se limita a informar de que las expulsiones han
descendido en los últimos años. Si entre 2006 y 2010 abandonaron el Instituto
197 agentes, solo 118 efectivos lo hicieron entre 2011 y 2015.
FALTAS EN ACTO DE SERVICIO
Y si las expulsiones
ofrecen un buen termómetro sobre la ética de los agentes y la salud del cuerpo,
casi mejor medidor son las faltas graves y muy graves que cometen en acto de
servicio los 142.714 miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. Y ahí el
salto entre los castigos que asumen los guardias civiles y los policías se
dispara hasta multiplicarse por cuatro. Entre 2007 y 2016 las sanciones por
faltas graves (suspensión de uno a tres meses) o muy graves (separación del
servicio desde los tres meses hasta definitiva) en el instituto armado ascendieron a 7.012,
mientras que en la Policía, entre 2006 y 2015 se limitaron a 1.659.
Desde 2007, la
Guardia Civil registró 8.639 faltas leves (suspensión de uno a cuatro días),
mientras que la Policía no las contabiliza, al no ser elevadas desde las
comisarias repartidas por núcleos urbanos de todo el país hasta la Dirección
General ubicada en Madrid.
En la policía, entre
los motivos para las faltas graves y muy graves destacan la falta de obediencia
a los superiores, consumir drogas de forma habitual y el extravío del arma
reglamentaria, lesiones graves y cohechos.
Sobre las manzanas
podridas, un portavoz policial apunta: “Es la propia institución la primera
interesada en erradicar cualquier conducta irregular de sus miembros y por eso
tiene articulados mecanismos internos de autocontrol, con una brigada
específica, para evitar y sancionar este tipo de actos”.
Después de años de
relativa sequía, Interior ha recuperado las convocatorias masivas para la
Policía y la Guardia Civil con 4.300 plazas. “A partir de ahora espero que no
cometamos los mismos errores, porque los delitos y temas de agentes expulsados
son más graves que en los años noventa”, resume un sindicalista que pide el
anonimato.
Texto original de: JAVIER MARTÍN ARROYO.
Sevilla. [Publicado el 20/03/2017 en la sección España de la edición impresa
del periódico El País].